Hospicio Cabañas



El Hospicio Cabañas es un edificio de estilo neoclásico, emblemático de la ciudad mexicana de Guadalajara. Sirvió como hogar de huérfanos de 1810 a 1980. En su interior se conservan algunos de los más importantes murales de José Clemente Orozco. Fue declarado en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En la actualidad es la sede del Instituto Cultural Cabañas.

Este inmueble es un ejemplo de la arquitectura neoclásica en México. Guardas grandes semejanzas con el Palacio de Minería de la ciudad de México, también proyectado por Tolsá, en especial en el pórtico vestibular remetido, el patio de acceso, las puertas laterales centradas con los paños laterales de la fachada y el remate del patio de acceso con el elemento principal de la composición: la capilla, en el caso del Hospicio, según estudio de Víctor Jiménez. Asimismo, Jiménez informa que "los dos ejes principales —longitudinal y transversal— se cruzan en el centro de la cúpula, que define un tercer eje, vertical, que es el de mayor importancia en altura". La capilla, por su parte, tiene una planta con doble eje de simetría que no se corresponde con los esquemas habituales de los templos cristianos, a saber, de cruz griega o latina. Su largo máximo, a su vez, ocupa una tercera parte del ancho de todo el Hospicio. Ignacio Díaz Morales resalta la solución de la cúpula como algo nunca visto hasta ese instante en Guadalajara, consistente en "la transición mediante una sección esférica entre el círculo de las pechinas, y otro de menor diámetro, en armónica proporción con el edificio, que es el desplante de la columnata de la cúpula". Esta se desplanta sobre dos series de dieciséis columnas, jónicas las interiores y dóricas las exteriores, ambas de trazado en estilo romano. El remate es una semiesfera casi perfecta que termina en una pseudo-linternilla que tenía originalmente una escultura de la Caridad. Las bóvedas se levantan sobre arcos torales y lunetos de medio punto, peraltados. El edificio cuenta con abundantes corredores con arquerías y crujías, diez patios por cada tercio lateral dispuestos de forma simétrica, tres patios más grandes y pilares cuadrados. Jiménez resalta que la planta de este inmueble constituye una muestra de la arquitectura plenamente moderna, en clara relación con lo que se hacía en la ciudad de México en esa época. Esto se traduce en el abandono de todo tipo de ornamento, la preferencia por la austeridad y la aplicación absoluta del lenguaje clásico.

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